Yo sólo quiero jugar

Profesor Gerardo Salorio

Una mañana me levante con muchas ganas de jugar con mi hijo, era un día esplendido el sol era algo radiante que estaba muy alto y hermoso. Me propuse despertarlo y darle la noticia que llevaríamos nuestra querida pelota de futbol y jugaríamos los dos como buenos padre e hijo que tratan de compartir un momento alegre entre ambos.

Desayunamos como corresponde y charlábamos de cómo había dormido y sus sueños de futuro futbolista, alegremente compartían ese momento conmigo y estábamos pasando lo más importante que puede tener un ser humano que es la conversación con su hijo.

Luego de terminado nuestro consumo del desayuno tomamos la querida pelota y nos dispusimos a caminar las 4 cuadras, donde estaba el querido potrero para poder golpear alegremente ese con junto de gajos de cuero que nos daría la alegría de pasar momentos inolvidables.

Llegamos al lugar y nos propusimos a pasar ese momento, comenzamos a patear la pelota y hacer diferentes ejercicios con el balón, a partir de ese momento me dispuse a corregirle los defectos que observaba.

Carlitos párate derecho cuando le pegas a la pelota, no le pegues de punta, dale de costado, pégale tres dedos, no la tires a cualquier lado pensa en lo queres hacer, estas en otra cosa y no prestas atención, así me mantuve durante más de una hora, en momento del juego mi hijo me hace un gesto que no quiere jugar más, y me pide que nos retiremos a nuestra casa.
Caminamos las primeras calles en silencio, hasta que se animo y me dijo

-¿Papi te puedo decir algo?
-Sí como no, le respondí.
-Sabes una cosa no me divertí nada, yo solo quería jugar y vos te comportaste en todo momento como mi profe de futbol, y estoy cansado de recibir órdenes yo solo quiero aprender pero divirtiéndome.
Lo mire azorado y me di cuenta en ese momento que había aprendido una lección de parte de mi hijo, no había disfrutado jugar con su padre que era lo más esperado por un niño.
Llegue a mi casa lo tome entre mis brazos, lo mire fijamente a los ojos y le pedí disculpas por haber arruinado ese momento tan lindo.
Me volvió a dar otro golpe certero, me miro y me dijo.
-Papa yo con vos quiero jugar y disfrutar para aprender voy con el profe.

Otra lección aprendida para saber manejarme en el futuro. Había saltado una regla elemental que era que entre padre e hijo estas cosas no pasan y además son aquellas que se guardan en el niño para toda la vida en su memoria “Ellos solo quieren jugar”.