Acerca de Néstor Basile, el mejor de nosotros

por Gabriel Fernández

En este planeta hay un grupo de personas que consideran la victoria como una grata posibilidad, pero estiman el Ser en sí como un desarrollo superior. Su posición no resiste el ranking de triunfadores, pero tampoco las fórmulas de los libros de autoayuda para cambiar y ascender. La dinámica de su quehacer es profunda y vital. Sin embargo una mirada rápida puede confundirla con el autoboicot de quien no anhela la estelaridad.
Vamos más cerca, lector: lo importante no es ganar, claro, es ganar con este equipo. O, como dijera Dolina, más vale perder con los amigos que andar por ahí festejando victorias con desconocidos. Y falta, todavía. Aproxímese un poco: hace tiempo, en la radio, alguien me preguntó por la reencarnación. Y se me ocurrió esta reflexión.
Supongamos que la reencarnación existe. Supongamos, por caso, que yo renazco en Alemania. Y que sostengo ideales semejantes, que construyo amistades equivalentes, que trabajo en lo que me gusta y hasta poseo un trazo físico parecido al presente. Ese Gabriel - alemán de nuevo cuño no tendría otra opción que ser hincha de algún club de esos lugares. Digamos, del Borussia Moenchenblagdad.
Bueno, si no soy hincha de Gimnasia no sería yo. Ningún espacio sentimental - futbolístico del mundo permitiría elaborar una personalidad compleja, contradictoria, pasional, racional, enferma, obsesiva, tozuda, esperanzada, orgullosa, humilde, como la que configura esta zona tripera de la vida. Es decir, la idea misma de la reencarnación se diluye, a menos que exista un direccionador cósmico que nos permita Volver a Ser ... hinchas de Gimnasia.
Sucede que estamos ante un fenómeno popular que, sin embargo, es hondamente personal. Intimo. Uno es tripero en la tribuna, alentando, sufriendo, gozando. Pero también, y tal vez especialmente, uno lo es a solas, ante el espejo del baño -antes de afeitarse-, tomando un mate en la cocina, pidiéndole a la compañera que no lo destape, acariciando al hijo, o simplemente caminando en dirección ignota.
Créame porque usted lo sabe: vamos por las calles sabiendo que Somos Triperos. Mucho más allá de portar algún circunstancial emblema. Agobiados a veces por dilemas personales, económicos, laborales, o satisfechos por algún acierto o reconocimiento, ni un sólo momento dejamos de sentir - saber que Gimnasia nos delinea, nos formatea. Nos contiene y nos atraviesa.
Percibimos sin dudas que las dualidades éxito - fracaso y victoria - derrota son binomios torpes, propios de quienes suponen que la vida es sencilla y que se fractura definitivamente si ese tiro libre combado golpea en la cara interna o en la cara externa del poste. Sentimos que aunque una de las dos opciones nos favorece y la otra nos perjudica, la vida como río, la vida como sendero zigzagueante y en despliegue continuo es mucho, muchísimo más que eso.
Y cuando entendemos semejantes cosas, también sabemos agradecer. A los padres o a los amigos que nos acercaron a esta convicción, y a hombres como Néstor Basile que le dieron contenidos a la emoción y nos permitieron palpar un entendimiento sensible que señala y dice que podemos ser mejores -ahí si- sin dejar de Ser.
El hombre es persistencia y modificación, amar y trabajar, sentir y pensar. La liviandad de suponer que el transformismo puede devenir en esencia deriva en oportunismo. Ser hincha del campeón. Festejar con otros. Sumarse al club de los exitosos. Ser un pelotudo. Desdeñar la trayectoria propia en beneficio de la ajena. Reencarnarse en otro y dejar de ser uno mismo.
Néstor Basile encarna la proyección de la continuidad profunda. Por eso lo aman viejos y pibes albiazules, por eso lo leen quienes desconocen a Onnis y aquellos que recuerdan a Rosl. Por eso a él dedico este brevísimo poema, escrito en una noche de plenitud tripera, poco tiempo atrás:

Vivo /
en estado de Gimnasia permanente /
por eso /
Vivo.

Se lo dedico sin pompa, aunque con papelitos. Alzando una copa de buen tinto y solicitando que traigan una de Hesperidina para mi amigo.
Porque un decurso político, humano, periodístico como el de Néstor Basile amerita el más sentido y cálido de los festejos; un festejo que por estas horas cobra singular vigor porque nada ha sido en vano ya que gracias a él, a su prédica y al esfuerzo de tantos compañeros, podemos saber que estamos dejando a las nuevas generaciones un ejemplo digno y un Lugar arbolado donde contenerlo.
El Bosque, centro espiritual del Mundo, es para nosotros la casa eterna y para los nuevos el espacio presente y futuro. Gracias a la lucha de Néstor, mi hijo Lautaro ha podido tener un templo en el cual derramar sus primeras lágrimas, emocionarse con su propia gente, gritar sus mejores alientos, abrazarse a sus seres queridos, disfrutar el Ser como sólo el hincha de Gimnasia sabe hacerlo.
Cómo no sentir emoción al tener la oportunidad de escribir sobre el mítico creador de Tribuna Gimnasista. Cómo no sentirme privilegiado al referirme a esa Voz ronca que desde la radio y la tele arrasó nuestra sensibilidad con sus frases que articulan pueblo y cultura. Cómo no esbozar una sonrisa al saber que estas líneas emergerán en un libro que dará cuenta de lo mejor de una historia colectiva catalizada en un gran tipo.
En este planeta -le decía al comienzo, lector- hay un grupo de personas que consideran la victoria como una grata posibilidad, pero estiman el Ser en sí como un desarrollo superior. Es el triperío. Somos Nosotros. Y el querido Néstor es el mejor de nosotros.

*Capítulo del libro "El Ronco Basile". Profeta en su tierra.