
Al margen del Kung-Fu, fue una final muy digna. El Santos puso el toque y el Peñarol la garra. Los carboneros ejercieron una presión incansable que les valió el 0-0 hasta el descanso. Ahogaron el centro del campo, reduciendo las posibilidades de Ganso y Neymar, muy discretos en la primera parte. Los pocos intentos locales llegaron a través de su capitán Elano, que se encomendaba a su pericia para el disparo desde media distancia. Dos pases que metió Ganso a Neymar, dos ocasiones de gol. Pero los de Sao Paulo necesitaban más de sus dos estrellas, muy discretas hasta la segunda mitad. Mientras, los aurinegros aguantaban sin problemas, bregando como ellos saben. Cómodos en la lucha y con un Martinuccio, el más peligroso aunque muy solo, que de vez en cuando asustaba. Aún así, el cuadro charrúa no cesó en su pelea. Esa entrega tuvo premio cuando pocos pensaban en la remontada. Un tanto en propia puerta de Durval, el 2-1, ponía emoción a los minutos finales.
No fue hasta la segunda parte cuando apareció Neymar. Arouca firmó una gran acción individual que el crack de Santos no desaprovechó. La cabalgada de su compañero acaba con un pase al área y Neymar conecta al primer toque. Por abajo, buscando el primer palo. Ahí donde Sosa no puede blocar. El 1-0 cogió desprevenido a los de Montevideo. No les quedaba otra que irse al ataque y ahí perdieron ese hermetismo en las líneas, su gran baza hasta el momento. Con espacios, el talento de Ganso brilló mucho más. Hasta el punto de convertirse en el protagonista de la final. Danilo, en el 68, puso el 2-0 definitivo con un buen gol de jugada personal. Danilo, de 19 años, es otro de los nombres que muchos habrán apuntado tras esta final de la Libertadores. Una final en la que el principal reclamo era Neymar, al que cada día que pasa, los medios sitúan más cerca del Bernabéu. Pero el teórico heredero de Pelé no ofreció su mejor nivel, aunque se le vio más que en la ida. Definió bien en el gol, dejó alguna bicicleta y, en la pelea final, una patada horrible que se perdió en el aire.
La reedición de la final de Libertadores de 1962 acaba igual que la original. Bueno igual no, porque entonces no se vio kárate ni futbolistas-ninja. Terminó parecido: con la victoria del Santos de Pelé. Hoy ese Santos es el de Neymar. Aunque la distancia entre uno y otro es bien larga. De más de mil goles. Eso dice el propio O Rei sobre su relevo, por poco tiempo, en el club albinegro. Con el torneo finiquitado, el debate sobre el futuro de Neymar cobra fuerza. Florentino lo ficha ahora o en el mercado de invierno, apuntan las últimas informaciones. Para entonces, se habrá disputado el Mundialito de Clubes. Algo muy a tener en cuenta para su actual propietario. Quizá no le conviene desprenderse de su joya mediática antes de disputar una competición de esa magnitud. Si la juega, volveremos a estar todos pendientes para hablar de él. Lo haga mejor o peor, dé patadas o no.