El tipo correcto y el hombre 10 puntos

Por Néstor Basile

El tipo “correcto” generalmente pertenece a la clase media más o menos acomodada. El “correcto” es un hombrecito que cumple con todo aquello que el sistema le ordena y le manda y bajo ningún punto de vista demanda algo diferente y jamás se rebela ante nada. Aislado son buena gente, en masa son gorilas incorregibles.

Para dar un ejemplo: “correcto” puede ser aquel que paga los impuestos pero no evalúa que sus chicos comen bien y puede pagar tal vez el impuesto municipal o lo que fuere y por ello cree que tiene más derechos que el laburante o el desocupado que se gasta el dinero de los impuestos en que sus hijos coman medianamente bien, lo que demuestra que es un imbécil. Ya de “guachito” como alumno secundario, sí el profesor dice: “no se copien”, él no le muestra su examen a nadie. De solidario no tiene nada y no evalúa ni siquiera quién se lo pide, porque se ajusta al reglamento escolar con absoluto egoísmo. Es el sostén del sistema y carece de autocrítica. No es…un amante del golf o del polo, exclusivo de las clases altas pero es fija que le gusta el tenis…Por lo tanto el ser “correcto” es una cualidad del medio pelo. Vive de apariencias, busca afanosamente un status social que lo vincule a las clases altas y lo diferencie, lo aleje de las clases más bajas. En conjunto responden al Manual de las Zonceras Argentinas. Excepciones, obviamente existen, pero no varía el promedio general.

“El hombre de 10 puntos” es la antítesis, es el gaucho, es el ser nacional que, postergado, uno reivindica y cada vez está más lejos del poder. Yo creo que el 10 puntos arranca, a conciencia, con Martín Fierro, por eso hablamos de “la gauchada”. Es capaz de transgredir una ley que considera injusta y antepone sus propios valores morales. Hace la gauchada y se juega el pellejo por una mujer, por un amigo o por una causa, tiene principios, además es sensible y noble. Tiene esos valores que rescatan muchas letras de los mejores tangos. Y es, ante todo, rebelde, el arquetipo del “10 puntos” es aquel que encabeza la del materia prima del cambio, lucha aún sin proponérselo para que la sociedad avance y haya al menos un poco menos de injusticia. Son la vanguardia activa. Nunca actúan como el “correcto”, pongamos un ejemplo: el secretario de un Juez, digamos que tiene 80, 90 expedientes esperando y sigue el orden de la pila, de llegada, sin evaluar nada. Da lo mismo el del pobre tipo laburante, que tuvo 5 by-pass, 10 enfermedades y que se está muriendo de hambre y tiene el puesto 84, en la pila y a ese tipo le tocaría cobrar 30.000 pesos, 40.000 pesos retroactivos de jubilación, que cualquiera de los otros expedientes, que pueden contener empresas, a las cuales se les pretende eximir de determinados impuestos y van a tener prioridad de tratamiento, simplemente porque el expediente entraron antes del número 84. El empleado, el “correcto” pelotudo, en lugar de cambiar el orden de los expedientes, seguirá el orden numérico. Y el juez puede ser el principal cagador porque lo tiene de “honesto alcahuete” para echarle flit a los menesterosos. El problema es la suma de pelotudos que provoca que lo “correcto” termine siendo injusto. Y generalizando – se sobrentiende – es el típico servil que además se la “cree”. Se ufana de la diferencia de valores que tiene con los “negritos”. Es decir es el característico representante del medio pelo de la sociedad argentina que definió Jauretche. Hay que revisar el “manual del correcto”, ese correcto que no se fija – ni entiende – si la regla beneficia sólo a un sector, a quién y con qué intereses. Es funcional, no gasta los zapatos porque anda de rodillas. Es moderadamente feliz en su mundo de televisión y estufa hogareña.


Periodismo


NB: En principio y como regla básica: hay que sospechar de aquellos que proclaman la “objetividad”. El punto primario es: la objetividad no existe. En ningún medio, ni en el acto más mínimo dentro del periodismo. Si te toca trabajar en un medio gráfico y tenés, como tarea primaria, creo que a todos nos ha pasado, seleccionar cables de noticias, es una tarea donde estas siendo subjetivo. Si no dispones de espacio y tenés que seleccionar y debes elegir entre un cable que llega de Estados Unidos y otro que llega de Venezuela o de Cuba, estás siendo subjetivo, simplemente al pasar un sólo cable. En cuanto a la libertad de prensa desde ya que no existe, existe la libertad de empresa. Vale acotar también que hay excepciones, algunos periodistas privilegiados tienen la suerte de tener columnas que son casi intocables. Los que tienen ese beneficio, son una mínima cantidad. Los que viven del periodismo y no se bajan los pantalones son los que uno rescata y de todos los que me tocó conocer, a quién más rescato – e inclusive hasta pude gozar de su amistad – fue el maestro Osvaldo Ardizzone. Algunos dijeron que fue un excepcional periodista deportivo y en realidad era mucho, pero mucho más que eso. Puedo citar una referencia relatada por el propio Ardizzone en una noche de Bohemia: cuando escribía en Goles, los presos políticos leían sus artículos porque era el único que le pegaba al régimen de Videla y Martinez de Hoz. Luego los que tenían la suerte de salir lo visitaban y le agradecían, como Dante Guillo por ejemplo.

Él hizo popular al “hombre común”. Cuando estuvo y cuando se fue de la revista El Gráfico, en Goles, en donde eligió estar, en Tiempo Argentino, en Radio Rivadavia, dejó un sello. Hay mil anécdotas, puedo citar una, la última vez que escribió para El gráfico, lleva el sueldo a su casa, tirá la plata en la mesa en presencia de su mujer y dice: “toma vieja, que esta plata no sirve, es sucia, ya renuncié”. Ni siquiera se quedó “colgado” de la perspectiva burocrática de cobrar un sueldo o una indemnización de los Vigil. Por supuesto lo llamaron enseguida de veinte medios diferentes. Ardizzone usaba el fútbol para escribir de la vida, arrastraba un montón de lectores que lo buscaban en el medio donde estuviere, es decir por encima de todo: se respetaba a sí mismo y no renunciaba a su estilo. ¿Qué es respetar el estilo y el sentimiento? Alguna vez me dijo: “yo puedo escribir en “Goles”, como lo estoy haciendo y sin traicionarme también lo podría hacer en “Vosotras”” yo le dije pero Osvaldo como puede usted escribir en “Vosotras”. ¿Sabés que pasa? En todos los lugares del mundo hay una gran cantidad de mujeres que están en sus casas friendo milanesas y leyendo. Y alguna de todas esas por ahí se pone a pensar, no sé, además de su gordura o del colesterol, en los pibes de la calle, en ayudar a cambiar algo. Entonces podemos decir que Ardizzone escribía, sin traicionar jamás su estilo ni sus sentimientos. Según el coeficiente intelectual de la gente para la cuál escribía, se adaptaba. Es decir: su ejemplo era: si el presunto coeficiente intelectual del lector era de 5, él escribía para 6 o 7. Si era de 7, para 8 o 9 y si es de 10, “no escribo porque me excede” decía con modestia. Lamentablemente ejemplos como el de Ardizzone, que hicieron de esta profesión un arte digno, son escasos. Seguramente un ejemplo acabado de esto es Roberto Arlt. Y no sé en que orden, no importa, en términos burreros sería una “imperfecta” da lo mismo. Y claro, a Rodolfo Walsh lo sumo a la trifecta ganadora.

En el campo político algunos medios son impresentables. En la televisión la “media inglesa” pasa entre los “correctos” o los indeseables, es decir, con aquellos que difícilmente vas a compartir valores de vida. De “correctos” pequeños burgueses estoy repodrido. Y ni hablar de los plenos gorilas: los “Grondona”, los “Neustad”, bueno definitivamente hoy los reemplazan otros “correctos” y los tipos que no tienen pasión, ni sentimiento o hacen un show de cualquier tema, desinforman. ¿Biazatti? ¿Majul? ¿El bueno de Nelson Castro?, o peor aún: Joaquín Morales Solá. Éste personaje que responde al dedillo al sistema. Se necesitan hoy varios Jauretches corriendo con un cuchillito algunos personajes como éste. Alguna lección hay que darle a tantos mediocres sueltos. No patoteros, que no se malinterprete esto, sí que tengan los suficientes huevos como para poder decir lo que realmente sienten y que estén un poco más comprometidos con los humildes y no con las quejas de los vecinos del country. Fabrican pobres, desocupados, drogadictos, los marginan y después les pegan, hablan de la inseguridad con los mismos que la crearon.

Entre los periodistas independientes (además del staff íntegro de Tribuna Gimnasista que tuve el honor de seleccionar y dirigir – lo digo con orgullo y sin modestia en éste caso-) un ejemplo concreto para reivindicar es: Gabriel Fernández, periodista con condiciones múltiples y que lamentablemente no puede llegar, todavía al menos, al gran mercado (seguro que no le importa) pero que ha demostrado estar por encima de la media, en Radio Universidad, en La Época o en Questión Latinoamerica hoy, pero no es lo suficientemente reconocido. Está entre los periodistas que realmente admiro y honran la profesión. Entre los independientes seguro están los mejores, pero no los bancan las grandes empresas con publicidad. Ellos (los grandes empresarios) saben bien donde les reditúa la inversión: en los correctos que nos desarman moral e ideológicamente.

Si es un relator, además periodista, creo que por sus características, por la variedad idiomática, sus recursos, su lenguaje y porque si bien en algunas cosas es “correcto”, ante todo y sin dudas es un hombre de bien y con principios: Víctor Hugo Morales. Y si me preguntas por un columnista, el último grande fue el Gordo García Blanco, lejos.

El último adiós, epígrafe final.

Nb: Yo quiero morir conmigo, sin confesión y sin Dios”…

Me gustaría elegir mi muerte y no que la muerte me elija a mí. Y si decido yo mi muerte, creo que con eso me voy contento. Tener la sabiduría de decidir el momento y mano a mano, con la “parca”, tener la valentía conciente de los René Favaloro, de los José Ingenieros, Leandro Alem. No porque sea un tipo suicida, probablemente no lo haga nunca, pero realmente son los tipos que admiro. Además hay muchas maneras de decidir como irse de esta vida, caso Evita, caso El Che Guevara. A su manera eligieron ese camino, con la lucha por sus ideales. ¿O no? Estos sí que son íntegros y eternos.

A mi lo que me importa que mis amigos y principalmente mi familia, sepan que soy y fui transparente, leal, que he dado lo que pude y lo que no he dado es porque realmente no supe o no pude. Creo que dentro de mis límites he dado lo mejor de mi para intentar mínimamente un mundo mejor, con los rayes de mi temperamento y una actitud de compromiso que he tratado de tomar en la vida, con pasión, con entusiasmo, porque pienso que de lo contrario nos perdemos muchos placeres de la vida aunque a veces nos provoquen dolor y, en todo caso, mientras esto ocurra seguiremos creciendo. De frente y caminando por la vereda que nos enseñaron nuestros viejos. Tirando una mano al débil y sin cambiar en lo esencial las más intimas convicciones.

Me honraría que en la lápida me pongan alguna cita tanguera, claro sólo si creen que lo merezco, por ejemplo: “Así ha vivido, sin claudicar, a veces bien, a veces mal…”

Fuente: Mundo Lobo