El Tata es el padre

Por Domingo García (Desde Madrid)

«Entró llorando en el vestuario, estaba feliz», confesó Justo Villar. Después de derrotar a Japón en los penaltis, Tata Martino, el seleccionador paraguayo, no podía disimular la emoción. Era una mezcla de alegría por lo conseguido, la primera vez que Paraguay alcanza los cuartos de final en un Mundial, y por los acontecimientos padecidos por su selección antes de llegar a Suráfrica, como el disparo que recibió Salvador Cabañas.

En Paraguay ya casi nadie quiere acordarse de que Martino nació argentino y sigue argentino, aunque dirija a la selección paraguaya. Y aunque se haya hecho acompañar por algunos compatriotas. El último ha sido Lucas Barrios, nacionalizado de urgencia para suplir la ausencia de Salvador Cabañas. Antes que él llegaron los centrocampistas Ortigoza y Santana. Claudio Morel, el lateral izquierdo nació en Asunción, pero nunca jugó en un equipo paraguayo.

Martino ha hecho de Paraguay un equipo ordenado consciente de que sus virtudes van más allá del talento. «Yo no sé si todos los equipos tienen el corazón que tiene Paraguay», confiesa el «Tata». «Quiero que nuestro equipo sea muy agresivo cuando tenga que recuperar el balón y también con él en los pies. A veces tenemos problemas cuando nos toca jugar. Necesitamos mejorar en este aspecto. La presión para recuperar la pelota es esencial. Hace falta mucha agresividad, y la tenemos», afirma.

Como técnico, no le costó mucho encontrar la manera de conectar con sus futbolistas. «Siempre empiezo diciéndoles la verdad», asegura. Y el jugador paraguayo responde: «No se guardan nada para sí, se emplean a fondo, y no sólo en los partidos, sino también en los entrenamientos. Son jugadores que tienen la virtud de dejar a un lado sus expectativas personales en función de las necesidades del equipo».

Martino se ha ganado el respeto de sus futbolistas y el de todo el país. Con lo que consigue el equipo en el campo y con sus decisiones fuera. La Federación Argentina lo llamó para que asumiera el cargo de seleccionador cuando renunció Basile. «Tengo un contrato firmado con la Asociación Paraguaya y lo voy a respetar», fue la respuesta del preparador argentino. El elegido, entonces, fue Maradona, el único futbolista que consiguió arrebatarle la camiseta con el «10» cuando jugaba en Newell’s. Después, disputó media temporada en el Tenerife. Pero fue en el equipo de Rosario donde aprendió de los métodos de Bielsa. Ahora, sin ser tan obsesivo como su maestro, intenta trasladarlos a la selección paraguaya.

«Es un padre para todos, sabe lo que hace y lo que quiere y sabe sacarle provecho a este grupo que es muy trabajador», asegura el capitán paraguayo, Justo Villar. «Todos nos creemos muy importantes, pero él es la cabeza visible de todo esto», resume.