El mito de los carasucias

Por Carlos Aira

No fueron campeones. Tampoco segundos. Finalizaron cuartos. Es más, pasados casi cincuenta años de su momento histórico, los más veteranos en la tribuna de San Lorenzolos recuerdan con nostalgia. Fueron Los Carasucias. Aquella delantera del Ciclónque surge de memoria: Doval, Areán, Veira y Casa. Ya son parte de la leyenda, aunque sólo hayan jugado tres partidos oficiales juntos. Fueron un soplo de aire fresco para el fútbol argentino de 1964.
¿Qué sucedía en aquel 1964 para que cuatro jóvenes quedaran inmortalizados en el imaginario popular futbolero? Eran tiempos complejos. De justicialismo proscripto, militares azules y colorados, gobiernos ilegítimos y millares de argentinos mirando hacia el cielo, esperando al líder que volvería a su patria en el misterioso Avión Negro.

Fueron también momentos de cambio. No sólo por la revolución que significó la cultura beaten el mundo.Nuestro fútbol se acomodaba al cachetazo que significó el fracaso en la Copa del Mundo de Suecia 1958. Con la paliza perdimos nuestra autoestima.

Para levantarla, Antonio Vespucio Liberti y Alberto Jacinto Armando, presidentes de River Plate y Boca Juniors, instalaron ese oprobio titulado Fútbol Espectáculo. Sólo servía si venía de afuera. Del Brasil, tierra de campeones, o de la idealizada Europa. Daba igual. Pero el título no modificó la mediocridad general: la mayoría de los entrenadores querían imponer el catenaccio de Helenio Herrera, sistema defensivo que causaba furor en el Internazionale di Milano campeón de Europa.

NACEN LOS CARASUCIAS

A comienzos de 1964, no había un mango en la tesorería de San Lorenzo. La decisión de la directiva fue afrontar el campeonato con los chicos del club. La única contratación de peso fue el delantero brasileño Ivo Diogo, de buen paso con Newell´s en la vieja B.

José María Barreiro fue un delantero con gol que vistió las camisetas de Chacarita Juniors y el Racing Club en los ´40. Como técnico comenzó su carrera en 1957, dirigiendo a San Lorenzo. Fue el entrenador del equipo que se consagró campeón en 1959, con aquella recordada delantera conformada por el Tingui Facundo, el santiagueño Miguel Ángel Ruiz, Omar Higinio García, el Nene Sanfilippo y el Santafesino Norberto Boggio.

En épocas de imprevisión en la AFA, Barreiro fue parte del extraño triunvirato técnico que conformó junto a José Della Torre y Victorio Spinetto, y dirigieron al equipo argentino que ganó el Sudamericano de Buenos Aires en 1959. La figura de Pepe cayó en desgracia luego de la eliminación en semifinales dela Copa Libertadores de 1960. Regresó a Boedo en 1963 obligado a administrar la escasez de recursos.

Ante la falta de dinero, Barreiro prefirió no traicionar su estilo y apostó a los pibes del semillero. En la primera fecha del certamen de 1964, ante Gimnasia en el bosque, el entrenador alineó una delantera conformada por el veterano Coco Rossi, hizo debutar a Diogo, y optó por dos pibes del club: Horacio Doval, rubio atorrante de Palermo,y Victorio Casa, marplatense, zurdo y habilísimo, al cual la tribuna conocía como Popoff, en homenaje a una canción italiana de aquellos días.
En la tercera fecha, ante Chacarita en San Martín, se sumó al equipo un pibe rubio y zurdo de 17 años. Vivía en la calle Chiclana del Parque de los Patricios y disfrutaba de las trasnoches lúmpenes del cine Pablo Podestá de Rioja y Caseros. Era Héctor Rodolfo Veira.

San Lorenzo arrancó mal el torneo. En las primeras diez fechas, sólo ganó dos partidos. Para la historia el triunfo, en la octava jornada, ante Racing en el Cilindro. Desde su inauguración en 1950, el Ciclónnunca se había retirado de allí triunfador. El local alineó a César Luis Menotti, su contratación estelar, y a los delanteros brasileños Claudio Luiz, Dorval y Baptista, tres morochos saltimbanquis que no se adaptaban al frío de Buenos Aires. San Lorenzo ganó 1 a 0, gracias a un zurdazo del Bambino.

Pero la historia comenzó a cerrar en la undécima fecha, con el debut del último Carasucia: Fernando Areán. El Nano fue figura en la goleada 4 a 0 ante Argentinos Juniors en el Gasómetro. Barreiro estaba cincelando el equipo: aquella tarde la camiseta número 10 la vistió Rafael Albrecht

Eran delanteros refrescantemente jóvenes. Doval y Casa apenas tenían 20 años. Areán uno menos. Veira sorprendentes 17. Sólo superaban la media Diogo, Juan Carlos Carotti y el paraguayo Eladio Zárate. Esos pibes, con mucho barrio, calle y esquina, pronto se metieron a la tribuna en el bolsillo.
Los Carasucias tuvieron su primera versión en 1957. Fue la juvenil delantera del seleccionado argentino campeón del Sudamericano de Lima: Oreste Corbatta, Humberto Maschio, Valentín Angelillo,Enrique Sívori y Osvaldo Cruz.

Los nuevos Carasucias aportaban aire fresco. Gambetas en lugar de marcas a presión. Aparte, cambiaron las imágenes sepia del fútbol de entonces. No usaban gomina ni bigote anchoíta. Doval y Veira, rubios de pelo largo para la época, rompían la gris monotonía. Eran cancheros, alegres y carismáticos. Más cercanos a la onda beatle, al Club del Clan de Nicky Jones y Yoli Land que el resto de los futbolistas. Por eso jugaban con alegría y la tribuna los amaba. Casa era otro irreverente. La ovación cuando hacía pasar de largo a su marcador, seguida de la puteada generalizada cuando quería dejarlo en ridículo con una segunda gambeta inútil.
Pasados los años de esplendor, Victorio Casa recordó una anécdota de un clásico Racing-San Lorenzo que pinta de cuerpo entero su juego:

“Me salió el Negro (Luis Ángel) Carrizo. Le tiro la pelota por la izquierda, y salgo por el otro. La pelota me quedó larga y la derecha sólo la tenía para apoyarme. Venía cerrando el uruguayo (Juan Carlos) Mesías, y pasé el ángulo de tiro que me quedaba para darle con la diestra en media vuelta. Cuando me acomodé y le quise dar de zurda, en el arco de Racing había una manifestación ¡Habían vuelto todos! Quise darle igual y me taparon. No fue gol. La cosa siguió en el vestuario con un dirigente que me había venido a buscar a Mar del Plata cuando a los 17 yo jugaba en Deportivo Norte. Me encaró y me dijo:
- Victorio, ¡cómo nos hiciste sufrir! ¿Qué te pasó en la última jugada que no terminó en gol?
- Sabe Don…tuve que gambetear a tantos y para el lado contrario al mío, que me olvidé de hacer el gol…”

Las anécdotas de los Carasucias se suman de a pares. Una tarde ante Boca, el durísimo Carmelo Simeone, el Cholo original, le pegó una patada impresionante al Bambino. Cuando todo el estadio esperaba lo peor, Veira, desde el suelo, le apuntó con sus dedos como revólveres a Simeone, simulando acribillarlo. Nadie pudo contener la risa.

Barreiro estaba orgulloso de sus pibes. Consultado en aquellos días sobre la supuesta falta de profesionalismo de sus jóvenes futbolistas, el entrenador dejó una sentencia para la historia: “Los jugadores que no se ríen con la cara, no se ríen con los pies”.
Narciso Doval, Fernando Areán, Héctor Veira y Victorio Casa juntos en el ataque azulgrana es parte de un mito. El imaginario popular sostiene que jugaron toda la temporada de 1964, y si San Lorenzo no se consagró campeón fue por la falta de profesionalismo de los pibes. El mito le da paso a la realidad: José Barreiro alineó a los cuatro Carasucias en sólo tres cotejos.

La primera vez fue en la 20º fecha, en un agónico empate 1 a 1 en el Monumental ante River Plate, gol convertido por Fernando Areán. En la 21º jornada, salieron victoriosos 2 a 1 frente a Vélez, con goles del Nano y el Bambino. El último partido que jugaron juntos Doval, Areán, Veira y Casa fue en Arroyito, el 11 de octubre, cuando por la 22º fecha, Rosario Central derrotó 3 a 1 a San Lorenzo. El Bambino marcó el gol.
En la 23º fecha, San Lorenzo fue goleado 3 a 0 por Racing en el Gasómetro, con un par de tantos delChango Cárdenas y un penal del Flaco Menotti. Esa tarde jugó Carotti por Doval. Asomaba Roberto Telch, para darle al equipo dinámica desde el medio. Terminaron la temporada en excelente nivel, ilusionando a sus seguidores con un gran 1965.

Pero esa explosión de buen fútbol fue ametrallada por la Armada Argentina. En abril de 1965, Victorio Casa perdió su brazo derecho cuando una ráfaga de ametralladora se lo perforó. Estaba estacionado frente al edificio de la ESMA en pleno escarceo amoroso. No escuchó la voz de alerta del centinela y recibió los disparos. Volvió a jugar pocos meses después, sin su brazo, pero ya no era lo mismo.
A pesar de la desgracia, el Manco mantuvo su habitual buen humor. En 1966 Barreiro volvió, una vez más, a dirigir a San Lorenzo. En la primera charla reunió al plantel y les dijo: “Muchachos, todo vuelve a ser como antes. Yo los conozco, ustedes me conocen, así que lo dicho, todo es como antes”. Rápido de reflejos, Victorio le contesto: “Maestro, si todo es como antes, ¿Por qué no me devuelven el brazo que me afanaron?”

En el verano de 1965 San Lorenzo rompió el mercado contratando a Toscano Rendo de Huracán, y al misionero Rodolfo Fischer, dueño de una potencia inusitada. Fue el final de los Carasucias.

En 1964 Boca Juniors se consagró campeón con tan sólo 35 goles a favor. El ídolo de los pibes xeneizes ya no era un goleador, sino Antonio Roma. En los treinta partidos del campeonato, el enorme Tarzánde las manos desnudas sólo fue a buscar la pelota dentro de su arco en quince oportunidades. En el fútbol del 0 a 0, el Bambino fue el goleador del torneo de 1964 con 17 conquistas.